5.7.05

Historia del que se desgració en el tren

Jaime Gorriti tomaba todos los días el tren de las 14.35. Y todos los días se fijaba en una estudiante morocha. Con prudente astucia trataba de ubicarse cerca de ella y -a veces- ligaba una mirada prometedora. Una tarde empezó a saludarla. Y algunos días después tuvo ocasión de hacerse ver, ayudándola a recoger unos libros desbarrancados.
Por fin, un asiento desocupado les permitió sentarse juntos y conversar. Gorriti aceleró y le hizo conocer sus destrezas de picaflor aficionado. No andaba mal. La morocha conocía el juego y colaboraba con retruques adecuados.
Sin embargo, los demonios decidieron intervenir.
Saliendo de Haedo, la chica trató de abrir la ventanilla y no pudo.
Con gesto mundano, Gorriti copó la banca.
-Por favor...
Se prendió de las manijas, tiró hacia arriba con toda su fuerza, y se desgració con un estruendo irreparable.
Sin decir palabra, se fue pasillo adelante y se largó del tren en Morón. Desde ese día empezó a tomar el tren de las 14.10.
Alejandro Dolina